A 500 años
de su publicación, la obra de Maquiavelo, sigue siendo en materia política, una de las más
influyente de todos los tiempos, por ello les presento esta breve, pero brillante interpretación de Javier Redondo que espero nos ayude a comprender lo complicado que resulta el ejercicio del poder para los gobernantes, pero sobre todo reflexionar sobre el papel de los gobernados , independientemente del régimen o del partido en el poder.
Cómo
alcanzar el liderazgo y sobre todo cómo mantenerlo son algunas de las claves de
esta obra seminal de la Política, manual del Gobierno del Estado moderno.
Javier Redondo, director de La Aventura de la Historia, explica, en su 500
aniversario, en plena crisis de la clase dirigente, el alcance del texto de
Nicolas Maquiavelo, que se inspiró en algunos de los líderes de su tiempo como
Fernando el Católico.
En 1512, el
florentino Nicolás de Maquiavelo, prestigioso diplomático, escritor, político y
militar florentino fue desposeído de sus cargos con la llegada de los Medici al
gobierno, acusado de participar en una conspiración palaciega. Pronto, el Papa
León X le amnistió, pero su estrella había dejado de brillar. Entonces se
retiró a escribir El Príncipe. Quinientos años después, esta pequeña obra de 26
lecciones sobre la conquista y el mantenimiento del poder es el primer tratado
con el que se topan los estudiantes de Políticas al ingresar en la Universidad.
El Príncipe
es un recetario ajeno al pensamiento desiderativo. Es pura praxis, pura lógica
producto de la experiencia, el desánimo y el desencanto. Hay en ella un punto
de despecho, pero con todo, trató de que su breviario guiara a los Medici por
el camino de la virtud y el realismo. Si la obra ha sobrevivido cinco siglos es
porque destripa al poder y lo muestra tal como es y no como debería ser.
Maquiavelo inauguró la idea de política en su sentido moderno: la política es
el arte de alcanzar y conservar el poder. Introdujo la noción de razón de
Estado, que no es sino la aceptación de la arbitrariedad en aras de la
salvaguarda del poder. Dicho de otra manera: el fin justifica los medios.
Maquiavelo
redactó un tratado sobre liderazgo basándose en su trayectoria y empleando como
modelo a los grandes gobernantes pasados y de su tiempo, incluyendo a Fernando
el Católico. Cita también a la poderosa familia milanesa de los Sforza, al papa
Julio II, a César, Alejandro Magno o Escipión. Describe los regímenes políticos
del momento, principados y repúblicas, y disecciona minuciosamente cada una de
las formas de acceder al poder.
El Príncipe
nos enseña que el poder tiene un precio. Y las formas de administrarlo
condicionan su durabilidad. Hoy, en plena tormenta de descreimiento y desazón,
nos puede extrañar que no dedicara ninguno de sus mini capítulos expresamente a
la corrupción. Pero la corrupción planea sobre toda la obra: virtud frente a
razón de Estado; y a veces, en algún pasaje, maquiavélicamente, presenta la
razón de Estado como virtud: la virtud de saber proteger el poder. El poder es
objeto de codicia aunque la codicia pierda al poderoso. De tal forma que la
virtud, entre otras cosas, es mesura.
Al final del
libro encontramos dos capítulos escritos recientemente: “De los secretarios de
los príncipes” y “De cómo hay que huir de los aduladores”. El sentido de ambos
es el mismo. Aquellos que rodean al príncipe pueden llevarlo a la ruina. De tal
forma que el primer juicio que hemos de formarnos sobre la inteligencia del
gobernante pasa por el escrutinio de su gobierno. El ministro no debe pensar en
sí mismo sino en el príncipe, que encarna el Estado. De esta máxima surgirá con
el paso de los siglos las peores formas de gobierno, los totalitarismos. Pero
entre líneas leemos que los ministros han de estar al servicio del Estado y no
de sí mismos. Igualmente, el príncipe
debe rodearse de hombres sabios. Si son realmente sabios serán independientes,
si son independientes, podrán decirle la verdad. Las burbujas pierden a los
gobernantes.
En suma, El
Príncipe sobrevivió a su tiempo porque, escrito en un mundo en plena
transformación –estaban a punto de surgir y consolidarse los estados modernos y
absolutos- reflejó una visión de la política que las distintas épocas no han
hecho sino certificar. Los astutos manejan los delicados hilos de palacio, pero
en esa lucha sin cuartel, a todos les llega su hora.
Javier
REDONDO es profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid
y director de La Aventura de la Historia.
Fuente :
Pues hoy estamos también experimentando un mundo en evidente transformación, y parece que los políticos no se han dado cuenta, hay que recomendarles esta lectura.
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